Un club desfinanciado y con presión deportiva
La dirigencia pide a gritos más socios y entiende que la única forma de “salvarse” es subir a Primera División por el tema de los ingresos
Pasado, presente y futuro: las viejas plateas de chapa en la Redonda y las nuevas butacas en el 15 de Abril. Hace años que Unión no invierte dinero en modernizar su cancha. Foto:Flavio Raina
Por Darío Pignatad
Dicen que Luis Spahn, el presidente de Unión, andaba como “loco” cuando se produjo la pelea de barrio entre el coordinador Nicolás Frutos y el “Pelado” Centurión en el fútbol amateur.
Acostumbrado al mundo en el que él se mueve a la lógica que un billete más un billete hacen dos billetes, pareciera costarle bastante todavía acomodarse en el ilógico mundo del fútbol. Porque los empresarios —por lo menos los exitosos— no gastan en sus empresas más de lo que entra; sin embargo en el juego de la pelotita es todo lo contrario. Y esas cosas, seguramente, “lo sacan”.
Sin ir más lejos, ahora mismo encaró la negociación para comprar a Soto Torres, un buen volante de la CAI. Pero hay que decirlo con todas las letras: un jugador de la “B” al que su dirigencia cotizó de una manera y luego pidió el doble.
En este punto, respeto la decisión de Kudelka y de cualquier entrenador. Pero en el fútbol de hoy, donde está empantanado Unión, nunca más se dará un “Madelón parte II”. Porque cuando terminó el ‘88, el equipo de Zuccarelli era un desastre y lo salvó el fichaje de Leo, jugador con conflicto en Primera División, clave para el ascenso del ‘89.
Por diferencias cada vez más grandes entre el fútbol de Primera y la B, es imposible que Unión traiga hoy un Madelón. Y en lo futbolístico, queda claro que es más fácil impactar —al menos en el ascenso— con la fuerza colectiva del equipo antes que la “figurita” de moda. Por eso ascendió All Boys, por prepotencia de trabajo sin nombres conocidos. Y por lo mismo le cuesta tanto a Rosario Central, una remake del viejo “Dream Team” pero en la B de Argentina.
Está claro, a pesar de la ingeniería que intentó armar Spahn, que Unión no logra ni siquiera equilibrar los números de su fútbol profesional. Eso sin tocar el tema de la estructura casi estatal que tiene Unión como institución desde hace años: estadio de fútbol, gimnasio cubierto, colegio, el complejo deportivo La Tatenguita, pileta de natación con cobertura en invierno y más de 100 empleados de planta permanente. Además, múltiples disciplinas deportivas. A pesar que los dirigentes admiten por lo bajo que “pagamos la mitad que Atlético Tucumán”, todos los meses andan corriendo. Las deudas del pasado, los juicios y las manos atadas de algunos recursos hacen las veces de enfermedad letal para Unión. Encima, el desgaste político de la famosa Mutual.
En medio de esta crisis, que no es nueva y de la cual son responsables —cada uno en su medida— los que pasaron por el club en los últimos 20 años, Spahn sabe que la vacuna que cura no tiene nombre pero sí letra: “A”.
Al ascenso se lo pide a gritos la gente (hinchas y socios) pero también su contadora. En ingresos de TV, sponsors, subsidios, convenios y taquilla, la diferencia de categoría es mucho más que una letra.
Cortado por la misma tijera que Malvicino y Vega, tengo la impresión que del tridente empresario que llegó al sillón presidencial de Unión es Spahn el que menos sabe y conoce de fútbol. Sin embargo, logró con su gente —hoy Molina, “cascoteado” y aprendiendo de viejos errores— darle en un campeonato y medio lo mínimo que debe tener Unión en la B: protagonismo, pelear arriba, estar “ahí”.
Lo consiguió con la revolución Pumpido-Alí a pesar del desmadre deportivo en el plantel a inicios del 2010 cuando había terminado en 2009 en zona de ascenso directo. Con otra receta y otro perfil, repitió en parte hasta acá con Kudelka: está arriba, cerca de los boletos con premios.En medio de la crisis global de la institución, la conducción asume el desafío de hacer una obra importante en el estadio 15 de Abril y de encarar diez días de pretemporada en el exterior. Las dos cosas —el cambio de 3.500 butacas y la gira en Uruguay— parecían olvidadas.
A nivel “ladrillos”, desde que se hizo la segunda Redonda para mujeres en el ‘96 con el ascenso. A nivel pretemporada, honestamente no recuerdo.
Así vive Unión en medio de la crisis. El 30 de mayo del año pasado escribía una columna titulada “Unión trae a Kudelka para el torneo de la muerte”, donde la mitad de los 20 equipos estaban obligados a pelear por ascender.
Hoy, una rueda después, Unión sigue vivo (a la par de Rafaela), debajo de Atlético Tucumán, San Martín de San Juan e Instituto. En el caso de Chacarita, Belgrano y San Martín de Tucumán, con las mismas exigencias, quedaron al costado del camino. Central y Jujuy, están tres puntos abajo que Unión.
Ahí están los diez jinetes que evitan el Apocalipsis. Hoy por hoy no asoma ningún All Boys: están los que tienen que estar. Por historia o por dinero o por convocatoria.
Es Unión y está obligado a ser Unión... aún en crisis. Por más que el presidente no entienda porqué no aplicar la fórmula de “gastar menos de lo que entra”. Esto es fútbol, presidente. Ilógico casi siempre. En este negocio que gobierna la pelotita, uno más uno casi nunca es dos.
EL LITORAL
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