El hecho de no saber conjugar algunas acciones lo fue arrastrando hasta dejarlo expuesto a la vulnerabilidad. La falta de resolución y la escasa intención para contrarrestar la oposición terminó dejando sin confianza a Central Córdoba, que anoche no solamente no supo sustentar su arremetida fugaz, sino que además ratificó que el índice de su crisis deportiva no desacelera. El charrúa hizo agua ante un Deportivo Morón que no asusta a nadie en el torneo, pero que ayer se las rebuscó y le pegó un flor de cachetazo al anfitrión, que naufraga en la tabla.
Otra vez la derrota como bandera. Esta vez fue en Tablada y por 2 a 1. Se incrementaron los cuestionamientos y acrecentaron las dudas. En medio de un vendaval de inestabilidad deportiva resalta la pobre imagen que terminó dejando el dueño de casa ante los ojos desilusionados de su gente.
Mirar a todos desde el fondo no es grato. Tampoco evidenciar ciertos síntomas que atentan contra la evolución numérica. Menos aún cuando es tiempo de cambiar el curso de una historia que lo está condenando a la irregularidad absoluta. Es cierto que Córdoba salió de pique y encontró la felicidad temporaria en un penal que le hicieron, con algunas dudas, a Delmastro, y que supo capitalizar el capitán Maidana. Pero también es verdad que fue gradualmente rumbo a la desazón por mérito propio.
El charrúa parecía de entrada un equipo despierto en medio de la noche. Juan Raponi y Julián Maidana le otorgaban blindaje a la última línea. Hernán Ferri y Diego Delmastro estaban atentos y punzantes. Mientras Matías Caserio se mostraba picante, aunque no ensamblaba con los dos puntas (Pighín y Mignaco). Parecía un buen augurio. Pero a medida que el tiempo fue consumiéndose, sobre todo en el complemento, fue cayendo en su afán de triunfar.
Fue entonces que Morón, sin demasiado fundamento, comenzó a incursionar en campo ajeno con cierta impunidad. Y a los nueve minutos del complemento encontró de manera sorpresiva una respuesta que, a priori, parecía no tener solución. Vezzani lanzó un lateral a modo de centro y encontró a un solitario Juan Peralta, quien luego de matar la bocha contra su pecho, sentenció a Santilli con una soberbia media vuelta. Primera alerta en zona charrúa.
Aunque recién pasado el cuarto de hora, Morón se quedó sin Martín Sánchez por expulsión. Era momento de saber aprovechar esa ventaja numérica. Pero no. Porque Córdoba comenzó a ceder y a ceder. Y terminó a merced del Gallito, que logró desnivelar en el marcador a los 38’ vía un viejo conocido de la casa: Damián Akerman.
No hubo tiempo para revertir la situación. La derrota se había instalado en Tablada a manos de un foráneo que pintaba inofensivo. Central Córdoba sigue último y sin evidenciar síntomas de mejoría. Por el momento no le encuentra remedio a una enfermedad que tiende a ser mortal en un futuro no muy lejano.
LA CAPITAL
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