TIGRE 3 RIESTRA 0.
Con un hat-trick del delantero, el Matador se reencontró con la victoria después de seis partidos: goleada a un Riestra que terminó con nueve y tuvo en contra un penal que no fue.
Desahogo. Así se tiene que describir el triunfo de Tigre sobre Riestra. Por muchos factores, señores. Porque así se cortó una racha de seis partidos sin ganar (no lo hacía desde diciembre). Porque así dejó atrás el paso en falso que tuvo en el estreno del campeonato contra Belgrano (1-2). Porque así pudo quebrar un desarrollo que se había planteado chivo y durísimo, ese tipo de duelos que en el pasado reciente terminaba lamentando. Porque así cosechó motivos para ilusionarse con pelear el torneo. Porque con Pablo Magnín, todo es más sencillo. ¡Magnínfico!
Por arriba, por abajo, tirando centros, tratando de filtrar algún pase por detrás de la línea de los volantes y de todas las maneras habidas y por haber. El Matador buscó la apertura del marcador por todas las vías posibles, aunque el resultado terminó siendo el mismo en el primer tiempo: el cero en el arco de enfrente. Ni siquiera la roja tempranera (bien sacada) a Víctor Gómez por un patadón a Prieto pudo aprovechar.
Ojo, los inconvenientes para ser profundo no se deben sólo a un tema propio o a la falta de creatividad de sus jugadores. Claro, el planteo del Blanquinegro tuvo mucho que ver: el Búfalo Szeszurak metió un 5-4-1 bien cerradito, con la línea de volantes pegadita a la de los defensores y sin una presión alta para evitar sufrir.
¿Chances de peligro? No les faltaron a los de Victoria. Primero tuvieron un cabezazo de Diego Becker que despejó Matías Vega, después un remate de Lucas Menossi, más tarde desperdició un mano a mano Pablo Magnín y, por último, el arquero agigantó su figura por una triple atajada en el cierre del PT. Mientras que la visita no logró hacerse al área de Felipe Zenobio con 11 jugadores, mucho menos lo hizo tras la inferioridad numérica por la expulsión que padeció (encima después rajaron a Benítez por doble amarilla). Más allá de una cuestión futbolística, lo que falló fue la postura adoptada desde el comienzo.
El resultado recién se quebró en el complemento, cuando el árbitro Rodrigo Rivero le facilitó la tarea a Tigre: le dio un penal que no fue y Magnín lo cambió por gol. Con el 1-0, todo fue más sencillo, ya que se apoyó en su goleador (tiene nueve tantos en 15 partidos) que estuvo intratable: anticipó un cabezazo para estirar la diferencia y empujó otra para decorar la goleada. De pie.
FUENTE: OLÉ.
FOTO: PRENSA TIGRE.
Comentarios