La tan extraña mezcla de inutilidad e inoperancia de la dirigencia actual, termina generando cócteles que no solo no resuelven los problemas, sino que a ellos, les aporta condimentos que todo lo empeoran.
La decisión –supuestamente efectiva- de limitar el acceso al público visitante en los encuentros que están por debajo de la máxima categoría, ha dejado como resultado, el único imaginable: socios que no pueden alentar a su equipo, grupo con sus derechos conculcados, y una violencia que sigue allí, intacta.
El martes 27 de enero pasado estuvimos en el estadio 'Ciudad de Caseros', se enfrentaron el C.A. Estudiantes de Bs. As, con el C.A.Atlanta. El operativo de seguridad, insumió 55 efectivos policiales.
La diferencia de efectivos si hubiera público visitante, no seria exageradamente mayor: “En un partido de alto riesgo en esta cancha nunca superó los 120 efectivos y en los que no son considerado de alto riesgo habría entre 70 u 80” nos dijo el encargado del operativo.
Ver un partido sin hinchas visitantes sabemos que no es lo mismo…
Nos preguntamos: “¿Por que nos prohíben el derecho a ver un espectáculo cuando los violentos siguen en las canchas y no hay política de estado al respecto?.”
Esta medida, vigente después de la muerte del hincha de Tigre en cancha de Chicago, se dijo que era transitoria y no lo fue. Si no reaccionamos será eterna y de a poco, nos van alejando de las canchas, nos van censurando la pasión.
La familia debe poder volver a la cancha, no solo los visitantes del ascenso. El estado debe garantizar a todos los ciudadanos la seguridad, desde el espectador que va a un estadio hasta el vecino que vive en los alrededores que generalmente también, terminan perjudicados por los incidentes.
Han violado nuestros derechos y ahora qué?
La ciudadanía futbolera termina finalmente en posición fetal.
El encargado del operativo en dialogo con Mónica Nizzardo, titular de nuestra organización, le aseguró que “él siempre defendió el ingreso de los bombos y las trompetas en los estadios porque de esa manera no se escuchan los insultos al árbitro.”
De todas maneras nosotros, desde Salvemos al Fútbol, no estamos en contra de los colores de las tribunas ni de la música de la hinchada. Estamos en contra de la violencia y las asociaciones ilícitas, que son hoy, los clubes de futbol. Estamos en contra de los negocios espurios ‘en nombre de la pasión’, tanto de delincuentes que se disfrazan de hinchas como de los directivos, que entre otras cosas, lo hacen a cambio de ‘su’ tranquilidad.
Con respecto a la vuelta de los visitantes el encargado del operativo dejó en claro que el problema radica en que “los hinchas no se saben comportar y hasta que no se porten bien nada se podrá hacer” y quien se porta bien, que hace?: No sabe, no contesta.

Es decir, no hay tareas ni de preparación de la fuerza policial, ni de estrategias, ni de medidas ejemplificadoras para quienes cometen desmanes, pero sí hay abogados que defienden a los violentos cuando intentamos exigir el derecho de admisión (en canchas de primera división), y te hacen saber sobre ‘derechos humanos’.
Si el operativo acompaña a una hinchada, ésta debería ser cacheada antes de subir al micro, y el micro debería estar reglamentariamente en condiciones. Las disposiciones vigentes deberían regir desde el momento y lugar que el personal del operativo toma su puesto. Para el ingreso en los micros debería funcionar el sistema de ingreso al estadio, es decir, sin alcohol, sin armas, con entrada en mano, etc.
No es el camino continuar castigando a quienes pretenden disfrutar sanamente de sus pasiones. El camino es concentrarse en hacerlo contra quienes nos lo impiden.
Comentarios