Se terminó el sueño de Liniers. Aunque cueste reconocerlo, de manera justa. Su rival hizo mejor las cosas. Ni el favorable fallo en los escritorios de la AFA sirvió de aliciente para olvidar la magra actuación del miércoles pasado. Y vaya paradoja, Liniers se despidió del octogonal en la misma fecha que logró el ascenso hace exactamente un año. Para más datos, dirigió el mismo árbitro. Y si usted quiere también, hasta las condiciones climáticas fueron similares a las de aquella maravillosa tarde en Rosario. Los once iniciales fueron casi los mismos (sólo Walczuk no estuvo en cancha ocupando su lugar Ledesma). Y en este juego de coincidencias también el resultado final fue idéntico, aunque en esta oportunidad no sirvió para irse con una sonrisa. Al contrario, con aflicción. Pero el fútbol no es un drama. No puede serlo. Sólo que lo convertimos en eso. Y quizás, es probable, descargamos en él nuestros sueños imposibles, nuestros miedos, frustraciones, esperanzas, idolatrías, revanchas, gritos contenidos, tantas cosas…Precisamente todas esas cosas que intentaron explicar en un sin número de veces los versados analistas de escritorio. Es el fútbol, ni más ni menos. Un instrumento del placer y la belleza cuando se desarrolla como lo que es: un juego.
Y en ese juego no encontramos demasiados lucimientos. Al comienzo Deportivo Laferrere ganó unos metros en el terreno favoreciendo la posibilidad de algún espacio libre para que puedan operar los piques de Hugo Palmerola y Juan Brunetti. Pero eso duró poco. Los delanteros de la “Topadora” no estuvieron en una tarde feliz. Sus marcadores los mantuvieron a raya. Además se percibió la falta de salida en la zona de volantes. Como así también el estatismo de Silvio Fuentes. La llegada al arco defendido por Walter Arzamendia se tornó imposible. En la zona defensiva bastante bien. Oscar Romero siguió de cerca cada movimiento del estratega Carlos Moreno. Y si bien el conjunto local había sido más incisivo, pasaban los minutos y no conseguía tener la profundidad necesaria para quebrar la paridad. Sin embargo, a falta de un minuto para la finalización de la primera etapa, un impecable cabezazo de Fernando Castro tras un tiro libre enviado por Moreno posibilitó la apertura del marcador. En los segundos cuarenta y cinco minutos se esperó por la recuperación del “Celeste”. Pero el equipo que tantas veces supo jugar por abajo siguió sin bajar la pelota ni encontrar la salida. No hubo cambio de ritmo, ni variantes, ni sorpresa. Y Laferrere, que tuvo una chance muy clara antes del primer cuarto de hora a través de Marecos, se fue aferrando a la exigua ventaja que le permitía la clasificación. El tiempo se fue consumiendo y el “Villero” consiguió lo mismo que obtuvo en la cancha días pasados, al margen de esa irregularidad.
Cuesta tanto comprender como un equipo puede caerse como se cayó éste. Ojala puedan cambiar las cosas. Imaginamos que en la hora de las decisiones habrá sensatez y prudencia. Al fin, aunque duela, y mucho, se perdió apenas un partido de fútbol.
HÉCTOR QUATRIDA
Y en ese juego no encontramos demasiados lucimientos. Al comienzo Deportivo Laferrere ganó unos metros en el terreno favoreciendo la posibilidad de algún espacio libre para que puedan operar los piques de Hugo Palmerola y Juan Brunetti. Pero eso duró poco. Los delanteros de la “Topadora” no estuvieron en una tarde feliz. Sus marcadores los mantuvieron a raya. Además se percibió la falta de salida en la zona de volantes. Como así también el estatismo de Silvio Fuentes. La llegada al arco defendido por Walter Arzamendia se tornó imposible. En la zona defensiva bastante bien. Oscar Romero siguió de cerca cada movimiento del estratega Carlos Moreno. Y si bien el conjunto local había sido más incisivo, pasaban los minutos y no conseguía tener la profundidad necesaria para quebrar la paridad. Sin embargo, a falta de un minuto para la finalización de la primera etapa, un impecable cabezazo de Fernando Castro tras un tiro libre enviado por Moreno posibilitó la apertura del marcador. En los segundos cuarenta y cinco minutos se esperó por la recuperación del “Celeste”. Pero el equipo que tantas veces supo jugar por abajo siguió sin bajar la pelota ni encontrar la salida. No hubo cambio de ritmo, ni variantes, ni sorpresa. Y Laferrere, que tuvo una chance muy clara antes del primer cuarto de hora a través de Marecos, se fue aferrando a la exigua ventaja que le permitía la clasificación. El tiempo se fue consumiendo y el “Villero” consiguió lo mismo que obtuvo en la cancha días pasados, al margen de esa irregularidad.
Cuesta tanto comprender como un equipo puede caerse como se cayó éste. Ojala puedan cambiar las cosas. Imaginamos que en la hora de las decisiones habrá sensatez y prudencia. Al fin, aunque duela, y mucho, se perdió apenas un partido de fútbol.
HÉCTOR QUATRIDA
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