
El juez Delfino la pifió con los fallos y luego de darle a Chicago un penal que sólo vio él, perjudicó mal al Torito.
El primer partido por los porotos de la temporada no dejó sólo el resultado como estadística. Dos de los grandes animadores de la categoría arrancaron para disputar un encuentro ambicioso pero se vieron opacados por la actuación del hombre que intentó impartir justicia.
Germán Delfino, uno de los árbitros con mayor proyección de la B Metro, cometió algunos errores puntuales que, si bien no influyeron decisivamente en el resultado final, perjudicaron el desarrollo.
La primera pifia fue a los 20 minutos del PT: Scifo intentó encarar a Peralta por derecha, se lo llevó puesto y el juez cobró penal. En este caso, el lateral de Chicago fue quien nunca quiso evitar el cuerpo del defensor, lo chocó y cayó aparatosamente.
Ferrer cambió la falta por gol y el Torito comenzó a manejar un encuentro que lo tenía como dominador porque siempre ganaba las divididas y ejercía buena presión en el medio gracias a la viveza de Serrano. El Lechero, en cambio, sólo basaba su juego en los buenos recursos que mostraba en las pelotas paradas, pero las imprecisiones en las definición fueron una constante.
Y mientras el equipo de la dupla mejoraba los hombres duros de Tristán se pusieron picantes. Primero Peralta se cruzó con Ruiz y luego Anconetani quiso copar la parada. El arquero rechazó una pelota ante la presión del 7 y le metió un manotazo en la cara que merecía expulsión y penal para el visitante.
El asistente 2, Mario Medina, no le marcó este golpe clarísimo a Delfino, quien enseguida observó un codazo de Barreña a Collavini que derivó en la roja para el 3 del Torito.
En esta acción, también falló el pito ya que el expulsado cubrió la pelota con el cuerpo y en ningún momento metió el codo.
Chicago intentó aguantar con 10 pero recibió un cachetazo en el inicio del segundo tiempo. Collavini, ex Talleres de Escalada, clavo un golazo de tiro libre y Tristán comenzó a inclinar la cancha para llevarse por delante a su rival.
Los cambios de Bravi fueron acertados ya que Leguizamón y Giménez le dieron mayor movilidad en ataque. El plantel de Tristán no está catalogado de Dream Team como otros años y parece ser mucho más equilibrado.
Sobre el final, cuando el empate parecía ser definitorio, Ferrer lo tuvo en el buche para ganarlo pero Peralta le hizo un penalazo que el juez tampoco vio.
Capaz este error habría pasado desapercibido si enseguida Marcos Giménez, otro ex Escalada, no hubiese clavado ese zapatazo que definió el juego y dejó un final con declaraciones hot en vestuarios.
OLÉ
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