
Los canallas continúan haciendo camino en la Copa Argentina, tras ganarle a los de Gareca anoche en Salta, luego de empatar 1 a 1.Cuando Pizzi metió a Rivarola a falta de un minuto de juego fue la imagen premonitoria. Toda una señal. Un guiño cómplice del destino. Se venían los penales después del empate en tiempo reglamentario...
Cuando Pizzi metió a Rivarola a falta de un minuto de juego fue la imagen premonitoria. Toda una señal. Un guiño cómplice del destino. Se venían los penales después del 1 a 1 en tiempo reglamentario y el técnico canalla movía fichas importantes en el tablero de la definición. Y Pirulo devolvió el gesto de confianza con un exquisito remate, en la sexta tanda de penales, que se coló en el ángulo izquierdo de Montoya y que se transformó en el pasaje a los octavos de final de la Copa Argentina, en los que deberá cruzarse con Belgrano.
Así, Central, que se animó a poner lo mejor que tenía a mano, hizo lo necesario para llegar con chances hasta el final del partido y le dio rienda suelta a su euforia con este Pirulazo en tierras salteñas, ante un exigente equipo alternativo de Vélez.
El partido no fue sencillo. Caminó por la cornisa de los riesgos, sobre todo en el comienzo, pero Central se puso en la pelea con gran amor propio y forjó un triunfo que le alimenta su alma guerrera.
La barra, que llegó sobre la hora, recién se estaba acomodando en la popular sur cuando Pratto marcó el gol de Vélez al minuto. Cuando todo era sensaciones y promesas, Central regaló una grieta increíble en el corazón de su defensa y tuvo que remar de atrás el partido desde el minuto de juego. El tablero se presentaba cuesta arriba muy temprano.
Ese gol aturdió al conjunto de Pizzi, que demostraba muchos problemas en el control de la pelota, con muchas imprecisiones que atentaban contra cualquier indicio de reacción. Central no tenía la pelota y sufría cuando la movían los picantes de la ofensiva velezana.
Al canalla le costaba dar más de dos pases seguidos y ese problema se trasladaba al estado de ánimo de los jugadores. Mozzo se perdía en su tarea de rueda de auxilio, Alderete era una sombra de confusión, Méndez era bronca mal canalizada y no surgían generadores de juego. Central sólo ofrecía en esos minutos la valentía de Lequi y la lejana soledad de Castillejos.
Y a los 35', con un tiro libre desde la izquierda, Central encontró su posibilidad de reencauzarse en el partido. Méndez ejecutó con mucha rosca, la pelota pasó en medio de todos y sorprendió a Montoya al colarse pegada al palo izquierdo.
Ese empate le permitió acomodarse y fue una vía rápida de acceso a un desarrollo diferente, impensado minutos antes, y eso quedó demostrado con la chance que tuvo Monje, tras una excelente habilitación de Biglieri, en un mano a mano que fue desarmado por Montoya.
El descanso encontró a Central con la posibilidad de encarar lo que restaba apoyado en un resultado que le permitía soñar, más allá que desde el juego estuvo algo lejos de merecer esa parda.
En el complemento Central salió a jugar más adelante y con dientes más apretados. Aunque los errores se mantenían y la lucha se hacía más pareja, pero tediosa. El reloj comenzó a presionar más a Vélez.
Con el ingreso de Ricky Gómez, Pizzi movió el esquema, adelantó a Monje y pasó a jugar con dos puntas, pero no sirvió para crear peligro.
Sobre la medianoche, los penales sentenciaron la historia y Rivarola puso a Central como uno de los protagonistas de esta Copa. Y dejó la sensación que quiere ir por más.
LA CAPITAL
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