Cada vez que se enfrentan Liniers y U. A. I. Urquiza provocan, sin duda, un verdadero entusiasmo en sus seguidores que presumen que el encuentro entre ambos conjuntos adquirirá tonos interesantes en razón de la propuesta que los dos intentan llevar a cabo, de un fútbol técnico y agradable. Sentenciamos esto por lo observado en las últimas temporadas. Y lo cierto es que no defraudaron. Una vez más cumplieron con el espectáculo. El cotejo fue bueno. Por el ritmo sostenido a lo largo de todo el partido, con fervor por hacer las cosas bien, por darle correcto trato a la pelota, ubicándola con precisión en la ofensiva (más veces el equipo local, por cierto), circunstancia que originó gran cantidad de situaciones de gol.
Claro que hubiese sido mucho más placentero haber salido victorioso de Villa Lynch. Hablamos de Liniers, por supuesto. Este Liniers que trata de ser pero le cuesta. Un Liniers que hoy arrancó a toda orquesta pero se desconcentró y olvidó rápidamente la partitura. En tanto, el esquema defensivo de U. A. I. Urquiza funcionó en su propósito de anular a los hombres de Liniers capaces de llegar al gol. Y como contrapartida, al “Celeste” le faltó agresividad cuando entró en la zona de definición. Los locales pudieron golear de acuerdo con las situaciones que crearon. Pero, en mayor medida, apareció Mariano Monllor para evitar los goles al margen de algunas definiciones fallidas por parte del elenco “Furgonero”.
En síntesis, a partir de los cuarenta minutos se vio la ráfaga de goles. Algunos de muy buena factura. Como el de la “Topadora”. Justo en el día que nos dejó el gran Sócrates, Nilo Vigna lo emuló con su excelente media distancia. Pero en un abrir y cerrar de ojos, el “Celeste” pasó a estar dos goles abajo en el tanteador. Primero empató Jorge Coria con un remate desde el punto penal (discutida falta de Oscar Romero a Leonardo Céliz que también derivó en la tarjeta amarilla a Denis Segovia por un airado reclamo). Luego Javier Monzón definió suavemente con un toque preciso que ingresó junto al palo izquierdo de Monllor. Y finalmente Héctor Amarilla, de cabeza, le cambió la trayectoria a un envío desde el sector derecho del ataque por parte de Claudio Villán.
Las acciones del segundo tiempo no tuvieron la carga emotiva del primero. Hasta el minuto treinta y dos no hubo una sola llegada neta a los arcos. Tampoco jugadas que arrancaran un aplauso. De pronto, en dos oportunidades Alejandro Varela pudo descontar: primero con un tiro libre que Matías Cano contuvo muy bien abajo, y un minuto más tarde, con un potente derechazo que se perdió por el horizontal. U. A. I. Urquiza tuvo dos “contras” de peligro que por centímetros no fueron gol. Javier Monzón y luego Damián Cirillo fueron los que las dilapidaron. Y para cerrar, el brillante arquero local volvió a lucirse ante un impecable cabezazo de Marcos Cabrera. Final del partido y nueva victoria del líder. Que no por casualidad es líder. Por supuesto. Es además el principal candidato. Pero esa es otra historia. Liniers continúa con su proceso de transformación. Al margen de la vocación ofensiva que ofrece, habrá que realizar alguna “afinación” para fijar conceptos. El trabajo de la semana resultará esencial para lograrlo. Que sea con éxito.
HÉCTOR QUATRIDA
Claro que hubiese sido mucho más placentero haber salido victorioso de Villa Lynch. Hablamos de Liniers, por supuesto. Este Liniers que trata de ser pero le cuesta. Un Liniers que hoy arrancó a toda orquesta pero se desconcentró y olvidó rápidamente la partitura. En tanto, el esquema defensivo de U. A. I. Urquiza funcionó en su propósito de anular a los hombres de Liniers capaces de llegar al gol. Y como contrapartida, al “Celeste” le faltó agresividad cuando entró en la zona de definición. Los locales pudieron golear de acuerdo con las situaciones que crearon. Pero, en mayor medida, apareció Mariano Monllor para evitar los goles al margen de algunas definiciones fallidas por parte del elenco “Furgonero”.
En síntesis, a partir de los cuarenta minutos se vio la ráfaga de goles. Algunos de muy buena factura. Como el de la “Topadora”. Justo en el día que nos dejó el gran Sócrates, Nilo Vigna lo emuló con su excelente media distancia. Pero en un abrir y cerrar de ojos, el “Celeste” pasó a estar dos goles abajo en el tanteador. Primero empató Jorge Coria con un remate desde el punto penal (discutida falta de Oscar Romero a Leonardo Céliz que también derivó en la tarjeta amarilla a Denis Segovia por un airado reclamo). Luego Javier Monzón definió suavemente con un toque preciso que ingresó junto al palo izquierdo de Monllor. Y finalmente Héctor Amarilla, de cabeza, le cambió la trayectoria a un envío desde el sector derecho del ataque por parte de Claudio Villán.
Las acciones del segundo tiempo no tuvieron la carga emotiva del primero. Hasta el minuto treinta y dos no hubo una sola llegada neta a los arcos. Tampoco jugadas que arrancaran un aplauso. De pronto, en dos oportunidades Alejandro Varela pudo descontar: primero con un tiro libre que Matías Cano contuvo muy bien abajo, y un minuto más tarde, con un potente derechazo que se perdió por el horizontal. U. A. I. Urquiza tuvo dos “contras” de peligro que por centímetros no fueron gol. Javier Monzón y luego Damián Cirillo fueron los que las dilapidaron. Y para cerrar, el brillante arquero local volvió a lucirse ante un impecable cabezazo de Marcos Cabrera. Final del partido y nueva victoria del líder. Que no por casualidad es líder. Por supuesto. Es además el principal candidato. Pero esa es otra historia. Liniers continúa con su proceso de transformación. Al margen de la vocación ofensiva que ofrece, habrá que realizar alguna “afinación” para fijar conceptos. El trabajo de la semana resultará esencial para lograrlo. Que sea con éxito.
HÉCTOR QUATRIDA
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