Como si fuera una constante en los últimos tiempos, Liniers dejó pasar otra oportunidad para sumar algún punto en este ajetreado campeonato. Nuevamente errores incomprensibles jugaron un papel preponderante en un encuentro que ya al promediar la segunda mitad tenía “pinta” de empate.
El partido tuvo un arranque deleitable para la vista de los presentes. Buen juego, buen ritmo, jugadores que atesoraron el balón y lo utilizaron con criterio. Los “Charrúas” tratando de imponer su fútbol calmo. Haciendo correr la pelota, con Juan Lescano y Marcos Figueroa bajando a conectarse con Nicolás De Bruno y Facundo Fabello.
El “Celeste” fue más pujante, más eléctrico en sus desplazamientos. Se propuso como objetivo a corto plazo sojuzgar el arco defendido por Juan Cruz Leguizamón. Liniers merodeó el área adversaria en el primer cuarto de hora. Pero no logró la penetración en ese sector. Prueba de ello fueron las ocasiones que tuvo para abrir el tanteador, pero todas ellas con disparos de media distancia. Primero fue Maximiliano Portillo saliendo muy cerca de uno de los postes y luego Silvio Fuentes con un tiro libre que Leguizamón envió magistralmente al corner. La inmediata respuesta de los rosarinos fue también con una acción de pelota detenida: De Bruno fue el ejecutante y Marcos Figueroa ganó en las alturas yéndose el esférico a un metro de uno de los palos. Central Córdoba quiso aproximarse sobre el campo de Liniers un poco más seguido. Pero la última línea “Celeste” siguió encontrando en la trampa del offside el recurso para quebrar los intentos de Lescano y Marcos Figueroa, buscando las espaldas de Gerardo Maidana y Ariel Figueroa. Central Córdoba no consiguió poner en práctica la contramedida que sus volantes conocen muy bien: el arranque de Nicolás De Bruno o Diego Villagra picando vacíos desde atrás. Pero hubo también un mérito de los volantes de Liniers para impedir que su rival concrete la jugada “anti-offside”: la obstrucción de Oscar Romero y, en menor medida, Alejandro Cuevas, a la partida de los mediocampistas rosarinos, fue permanente. De Bruno la llevó demasiado. Lescano no encaró decidida y velozmente su entrada al área. Figueroa terminó tapado en sus intentos. Liniers lució más entero en los primeros cuarenta y cinco minutos. Sobre los veintisiete minutos Hugo Palmerola hizo ingresar el balón en el arco pero en aparente posición adelantada. Esta acción derivó en reiteradas protestas de los jugadores locales. Razón por la cual cambió el ánimo de los protagonistas al incurrir éstos infructuosamente en fricciones que no condujeron a buen puerto. A los treinta y cinco minutos Silvio Fuentes intentó nuevamente poner en aprietos a Leguizamón con su buena pegada. Pero este último tiro libre directo se perdió por el horizontal aunque muy cerca de uno de los postes. Un minuto después cayó como un baldazo de agua fría el gol de la visita. Un envío al área por parte de De Bruno encontró en lo alto a Facundo Fabello y Mariano Monllor en pos de sacarle rédito a esa pelota. Ambos chocaron en el salto y el balón le cayó “como anillo al dedo” a Marcos Figueroa que sólo tuvo que empujarla. Con ese lógico entusiasmo de la conquista, los dirigidos por Marcelo Vaquero fueron en busca del segundo tanto a través de un zurdazo de De Bruno que se fue rozando uno de los palos. Pero en la última acción de la primera etapa, el goleador de la “Topadora”, Hugo Palmerola clavó una extraordinaria volea en el ángulo superior derecho de Leguizamón que sólo atinó a mirar. Se fue el primer tiempo y Liniers hizo valer el buen trabajo de su línea de fondo, la obstrucción de sus volantes en el medio juego y esporádicos pero eficaces encuentros de Aversa-Palmerola desde media cancha hasta el área rival.
El segundo período no fue tan placentero como el primero. Hubo más colisiones que de costumbre. De entrada, Aversa casi aprovecha un error del arquero Leguizamón al intentar evitar un tiro de esquina. Pero luego los “Charrúas” fueron los que más veces se acercaron al campo opositor. Nahuel Rodríguez y Marcos Figueroa no le dieron buen destino a sus remates. En tanto Nicolás De Bruno sí tuvo mejor precisión que sus compañeros, ya que uno de sus disparos, a colocar, fue despejado al corner con mano cambiada por Mariano Monllor. Con el correr de los minutos, Liniers fue defeccionando en sus acciones. Fue un equipo disociado. Ya no hubo tanto ensamble. Central Córdoba leyó bien esos instantes del cotejo y de a poco se soltó a hacer lo que mejor sabe: la tendencia a la maniobra asociada. Pedro Cerutti, que estuvo desde el comienzo de la segunda etapa, fue un aporte fructífero para lograrlo. Protagonista de algunos encuentros con Nicolás De Bruno, la pelota pasó a estar más tiempo en los pies de los jugadores visitantes. No obstante, una de las ocasiones más claras para desnivelar la tuvo Liniers de contraataque: pelotazo en profundidad para la veloz corrida de Ariel Figueroa que sorteando la marca adversaria se encontró cara a cara con Leguizamón en el borde del área penal. Allí, el brillante arquero rosarino, achicando abajo, frustró la anhelada conquista del defensor de la “Topadora” cuando transcurría el minuto veintisiete. Esa fue la última llegada seria de Liniers. Y también una de las últimas del partido en su totalidad. Porque si bien el “Charrúa” no claudicó, pasados los treinta minutos el vigor de los rosarinos comenzó a mermar y ya no hubo tanto asedio contra la valla defendida por Monllor. Pero a la visita le quedó una oportunidad más. Insólitamente Monllor, cerca de su arco, quiso despejar lejos el balón ante la avanzada de dos jugadores del elenco visitante. El balón pegó en uno de ellos y desde el suelo Alejandro Fiorina, con tan sólo siete minutos en cancha, le dio la victoria a Central Córdoba por dos a uno. Increíble pero real. Acciones que sólo imaginamos ver en partidos de “casados contra solteros” se engendran en partidos oficiales. Y otra vez la misma historia. No es la primera vez que sucede. Deseamos que sea la última. O, al menos, que no sea tan seguido.
HÉCTOR QUATRIDA
Comentarios