El lateral del Tambero que marcó el primer gol en el clásico ante San Martín tiene una historia especial. “Había jugado en inferiores, pero después volví a ser hincha. Un día pedí una oportunidad, me la dieron y acá estoy: cumpliendo el sueño de jugar con los colores que más quiero”, comentó el Chino. Y confesó: “Tengo un almacén y la gente del barrio que es hincha de Claypole viene a comprar para darme su aliento”.
Correa sostiene el bombo de su querido Claypole.
Ellos recrean cada fin de semana que Claypole juega de local el ritual para hacerlo sentir cómodo, como cuando estaba en su viejo hábitat: el tablón. Trapos, bengalas, trompetas y algo más. “El bombo no puede faltar”, suelta con humor el lateral Matías Correa, “el Chino” para todos en tierra tambera.
El número tres fue el héroe de la tarde en Adrogué donde su equipo venció a San Martín en el clásico por 3-0 pero con un gol suyo, el condimento más que especial para sus ex compañeros de la hinchada. Así, llegó el “olé, olé, olé, olé… chinoooo, chinooooo” que le dedicaron las más de 1500 almas que coparon el Lorenzo Arandilla al sentirse representadas por “el jugador hincha”.
El Chino Correa charló con Info Región y no sólo contó cómo fue su llegada al primer equipo del Tambero, sino que habló de su vida personal y de la ilusión que tiene todo un pueblo de subir a la Primera C. Sí, porque como le dijo un simpatizante del Tambero a este medio: “Claypole se escribe con C, viejo”.
- Titular en el clásico, autor de un gol y encima hincha. ¿Te falta algo más?
- (risas) Más no puedo pedir. Ganamos, que era lo que queríamos todos porque nos estaba costando (el equipo llevaba 8 encuentros sin triunfos), más en un clásico como lo es con San Martín y por una linda diferencia (3-0).
- ¿Cómo se te dio la chance de pasar del tablón al campo de juego?
- Yo estuve en la hinchada siempre, desde chiquito. Hice las inferiores en el club, después dejé porque tenía que trabajar y un día cuando me quedé sin trabajo vine a pedir una chance para jugar. Me acuerdo que llegué al club, les conté cómo era mi situación, me dieron la posibilidad y acá estoy. Feliz, cumpliendo el sueño de jugar con los colores que más quiero.
- ¿Y cómo hacés para separar el hincha del jugador cuando salís a la cancha?
- Es difícil, a veces se te puede salir la cadena (risas). Pero tanto el técnico Luis (González) como el psicólogo del club me ayudan mucho para que sepa mantener la línea y no juegue al ritmo del bombo, je. El apoyo de ellos y de la gente de la hinchada es fundamental. Todos me quieren porque dicen que, por ser fanático, voy a dar más que cualquiera pero mis compañeros también dejan todo y tienen los mismos sueños que yo.
- ¿Tenés algún video del gol ante Sanma?
- ¡Sí! Mi prima filmó todo el partido, el colorido, la gente y obvio los goles. Lo tengo en un DVD y es un recuerdo que voy a guardar toda la vida, algo que no voy a olvidar jamás. Además, venía de una fecha de no estar por una lesión y me puse muy mal, me puse a llorar, porque siento mucho a Claypole.
- En el festejo casi te matan…
- (risas) Es que fue una pelota dividida, quedó boyando en el área, la fui a buscar y pude meterla. Y como fue el primer gol, el que abrió la llave del partido todos mis compañeros se me vinieron encima e hicieron la montaña humana. Lo importante es que ganamos, que pude marcar y que seguimos soñando.
- ¿Y ahora pueden dar pelea en el Reducido?
- Estamos ahí -con 44 pts-, tenemos que ganarle a FC Urquiza, después sumar ante Riestra y Midland que son dos de los mejores equipos, clasificar y después pelear por una promo para subir a la C, que es lo que todos queremos. Los rivales son todos complicados, más para Claypole que es un equipo al que nadie le regala nada.
El Chino tiene sólo 23 años y se reincorporó como jugador a Claypole para afrontar esta temporada de la Primera D recién “después del primer partido con Centro Español” que el Tambero perdió 1-0.
¿Por qué se había ido de las inferiores? “Trabajo, asuntos familiares, cosas de la vida me hicieron volver al tablón; pero gracias a Dios este año volví a jugar porque acomodé mi situación laboral”, confiesa.
- ¿A qué te dedicás además del fútbol de la D, que es amateur?
- Tengo un almacén, trabajo para mí y así puedo hacer lo que quiero que es jugar a la pelota. Varios hinchas de Claypole siempre vienen a comprar, me saludan y me dan su aliento. Es algo lindo y que me hace feliz.
- ¿Te gustaría ser un ídolo del club?
- Sería hermoso, pero acá nadie tiene el puesto asegurado, somos 25 que entrenamos todos los días y se que tengo que esforzarme porque no me sobra nada. Lo importante es que siempre estoy, que doy una mano cuando el club me necesita y que la gente sabe lo que siento estos colores. Salí de abajo, soy humilde y trato de darle una mano a Claypole, quiero que salgan las cosas bien y que podamos subir.
- Lo bueno es que cuando te retires o decidas no jugar más en el tablón te van a recibir con los brazos abiertos…
- (se emociona) Eso no lo dudes. Soy un agradecido a todos los hinchas, por las lindas cosas que me han hecho vivir. El fútbol es un compromiso grande que tengo hoy pero cuando no me de más el físico vuelvo a la hinchada. A Claypole no lo voy a abandonar jamás.
Pepe Tricanico
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