
El mal momento de El Porvenir, que ya no pasa solo por cuestiones futbolísticas, parece ser interminable. Es que, tal como había sucedido meses atrás cuando fueron agredidos de manera salvaje el ex entrenador Gabriel Pedrazzi y uno de sus colaboradores; un puñado de hinchas caracterizados (si; los mismos de aquella vuelta) se hizo presente en la práctica matutina del día de ayer, con el fin de solicitarle más actitud y compromiso a los futbolistas de Pablo Cameroni.
Sin embargo, no contentos con las palabras de Leandro Casale y Sergio Salomone, dos de los jugadores que debieron charlar un rato con ellos en representación del resto del grupo; fueron en busca de Enrique Merelas, el máximo responsable de la entidad de Gerli.
Lo cierto es que tras varias amenazas dentro de la secretaría del club, los muchachos que trabajan para el Municipio de Lanús, decidieron visitar su domicilio particular. De inmediato, su hija embarazada, quien los tuvo que padecer algunos minutos, hizo la denuncia correspondiente en la Comisaría séptima de Lanús.
Dicho encontronazo, si bien no pasó a mayores, trajo aparejada la renuncia de Sergio Castello, uno de los hombres más fuertes en lo que respecta al fútbol profesional de la institución.
En tanto; más allá del informe que llevará a cabo el Comité Provincial de Seguridad Deportiva (que seguramente obligue al equipo del sur a jugar sin público) y pese a la mesura con la que se mostró el mandamás durante las últimas horas; fuentes extraoficiales indican que las consecuencias de este brutal episodio pueden ser aún mayores. Desgraciadamente; en El Porve, como en el resto del fútbol argentino, la violencia y la impunidad no tienen fin. ¿Continuará?
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