En un partido en el que el triunfo lo era todo, la victoria está más allá de cualquier análisis fino, minucioso, que nunca está de más realizar. Hecha la referencia al contexto, por escándalo más importante que el juego en sí, vale la mención de una alegría que asomaba impostergable. Es que en tren de centrar la atención en lo que fueron los 90 minutos de fútbol, Central mostró superioridad ante un livianito Belgrano, que sólo se puso a tiro del resultado cuando la psiquis canalla hizo de las suyas. Fue un 2 a 1 que ayuda desde lo numérico, pero cuyo real valor está en lo que aportó para descomprimir la situación.
Exceptuando aquel tiro libre de Maldonado a los 5’ que Broun desvió al córner, Central se animó a tomar las riendas del partido. Es cierto que otra alternativa no tenía pero una cosa es hacerse dueño de las instancias del juego y otra el saber aprovechar esa supremacía. Aún con un mediocampo que rotó demasiado (Méndez y Vismara nunca respetaron sus andariveles) el canalla comenzó a lastimar de a poco. Sin que su fútbol fuera de una fluidez importante, pero sí con algunas combinaciones interesantes, básicamente por el sector derecho. Por ese mismo carril llegó la trepada de Chitzoff (bien asistido por Méndez) y el centro al segundo palo que Rivero conectó de cabeza al gol. Con esa jugada quedaban atrás unas cuantas situaciones más y el la clara infracción de Lollo sobre De León que el árbitro Ceballos ignoró por completo.
El contraataque que Méndez inició a toda máquina y que terminó con una exquisita definición de Rivero, a los 6’ del complemento, pareció devolverle al Gigante esa alegría que últimamente escasea. Y eso que apenas unos segundos antes Méndez había despilfarrado un mano a mano (Toledo entraba por el segundo palo) de manera increíble.
Cuando todo parecía encaminado al desenlace abierto, sin mayores complicaciones, apareció el latigazo de Franco Vázquez que trajo dudas, nervios. Nada que Central no conozca. A partir de allí fue un mano a mano en el que Belgrano, ya con un esquema más audaz, tuvo una clara en los pies del propio Vázquez (39’). Claro que en ese golpe por golpe Central bien pudo haber resuelto antes la cuestión.
Después, ciertas falencias que mostró la mitad de la cancha pese al cambio de esquema, los puntines para arriba cuando fue necesario (Valentini y Braghieri no lucieron pero cumplieron), las caídas, los calambres, más las pelotas que caían al campo de juego en los segundo finales formaron parte del anecdotario. Porque Central ganó porque fue más que Belgrano, pero ante todo logró ponerse de pie en un momento complicado. Eso es lo que cuenta.
LA CAPITAL
Exceptuando aquel tiro libre de Maldonado a los 5’ que Broun desvió al córner, Central se animó a tomar las riendas del partido. Es cierto que otra alternativa no tenía pero una cosa es hacerse dueño de las instancias del juego y otra el saber aprovechar esa supremacía. Aún con un mediocampo que rotó demasiado (Méndez y Vismara nunca respetaron sus andariveles) el canalla comenzó a lastimar de a poco. Sin que su fútbol fuera de una fluidez importante, pero sí con algunas combinaciones interesantes, básicamente por el sector derecho. Por ese mismo carril llegó la trepada de Chitzoff (bien asistido por Méndez) y el centro al segundo palo que Rivero conectó de cabeza al gol. Con esa jugada quedaban atrás unas cuantas situaciones más y el la clara infracción de Lollo sobre De León que el árbitro Ceballos ignoró por completo.
El contraataque que Méndez inició a toda máquina y que terminó con una exquisita definición de Rivero, a los 6’ del complemento, pareció devolverle al Gigante esa alegría que últimamente escasea. Y eso que apenas unos segundos antes Méndez había despilfarrado un mano a mano (Toledo entraba por el segundo palo) de manera increíble.
Cuando todo parecía encaminado al desenlace abierto, sin mayores complicaciones, apareció el latigazo de Franco Vázquez que trajo dudas, nervios. Nada que Central no conozca. A partir de allí fue un mano a mano en el que Belgrano, ya con un esquema más audaz, tuvo una clara en los pies del propio Vázquez (39’). Claro que en ese golpe por golpe Central bien pudo haber resuelto antes la cuestión.
Después, ciertas falencias que mostró la mitad de la cancha pese al cambio de esquema, los puntines para arriba cuando fue necesario (Valentini y Braghieri no lucieron pero cumplieron), las caídas, los calambres, más las pelotas que caían al campo de juego en los segundo finales formaron parte del anecdotario. Porque Central ganó porque fue más que Belgrano, pero ante todo logró ponerse de pie en un momento complicado. Eso es lo que cuenta.
LA CAPITAL
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