Con dos goles de Diego Toledo y uno de Alejandro González, el local entregó una sorpresa mayúscula.
VENGA ESE ABRAZO. DIEGO TOLEDO, EL GOLEADOR DE LA TARDE, FUE UNA PESADILLA PARA LA DEFENSA DE ATLANTA.
Dicen que el fútbol es, quizás, el deporte más imprevisible. Puede ser que así sea. Porque ayer, por la 27ª fecha de la B Metropolitana, el puntero Atlanta cayó vapuleado por Flandria, en Jáuregui: 3-0. Perdió su invicto en 2011, pero sigue siendo el líder cómodo, con 59 puntos.
El partido fue una moneda de dos caras bien antagónicas. Al principio la paridad fue tan enorme como impensada. Atlanta imponía su calidad individual. Flandria batallaba, y mucho, y con un gran trabajo táctico, respaldado por el overol , emparejó las cosas. Pero, al cabo, no era el día de Atlanta. Tan en falsa escuadra venía la cuestión que ya a los 3 minutos el puntero había sufrido la baja de Segovia (lesionado). Así y todo, el puntero dominó en las áreas y tuvo las dos más claras del inicio: primero, avisó Andrés Soriano; y luego, a los 26, Cherro obligó con un frentazo que tapó Gagliardo.
Por ese entonces, los hermanos Soriano peleaban todas pero no definían. Flandria, por su parte, crecía desde la mitad, con Valentini y con Harkes, dos laboriosos. Aunque no había llegadas ni ideas. Tanto que González tiraba centros al por doquier, pero Noriega -el cabeceador- estaba en el banco. Parecía que todo estaba para Atlanta porque, cuando tocaba de primera, echaba por la borda el trabajo táctico del equipo de Rondina. Parecía, no más. Pero no...
En el complemento, Flandria abofeteó a Atlanta. Lo durmió , literalmente. A los 9, Diego Toledo aprovechó un descuido de Cherro y Arancibia se escapó por izquierda para cruzar el disparo alto: 1-0 y sorpresa. Atlanta, contrariado y anodino, quedó groggy . Fue a buscar el empate, pero se desmembró y se descuidó atrás. Valdéz, encima, la tocó con la mano en el área y González, con su pie derecho, cambió el penal por gol: 2-0, sorpresa y media. Y había más aún.
Flandria tuvo a un Toledo certero, temible. Tras un contraataque de manual, el de Padua liquidó el partido y a Llinás, quien increíblemente atajó bien. Pudieron ser más: González casi la mete de volea. Ya era suficiente. Los aplausos caían de a miles. A los locales ya les ardían las manos.
CLARÍN
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