Deportivo Español 0-Atlanta 2
LA SINTESIS:
Estadio: Deportivo Español
Horario: 17 horas
Fecha: 13 de febrero de 2011
Público: 500 personas aproximadamente
Deportivo Español: Matías Messina; Homero Sartori, Sebastián Morquio, Fernando Rodríguez, Federico Bossasies; Ivan Fernández, Félix Décima, Diego Montellano; Juan Carlos Padra; Nicolás Borlenghi y Federico González. DT: Marcelo Franchini.
Suplentes: Iván Todoroff, Javier Brienza, Gustavo Sosa, Facundo Agoglia, Matheus Uribe Villa.
Cambios: ET Emiliano Orlando por Diego Montellano y 66m Gustavo Gómez por Iván Fernández.
Atlanta: Rodrigo Llinas; Lucas Mancinelli, Carlos Arancibia, Nicolás Cherro, Juan Segovia; Juan Galeano, Daniel Pogonza, Emiliano Ferragut; Daniel Carou; Andrés Soriano y Abel Soriano. DT: Javier Alonso.
Suplentes: Lucas Abud, Martín Palisi, Matías Castro, Osvaldo Bielckiewicz.
Cambios: 73m Matías Valdez por Nicolás Cherro, 76m Leandro Guzmán por Juan Galeano, 84m Lucas Sparapani por Andrés Soriano.
Arbitro: Eduardo Gutiérrez.
Líneas: Andrés Prendel y Gastón Rallo.
Goles: 10m Emiliano Ferragut (A), 81m Andrés Soriano (A)
Amonestados: 24m Nicolás Borlenghi (DE), 38m Félix Décima (DE), 55m Sebastián Morquio (DE), 63m Juan Galeano (A), 83m Fernando Rodríguez (DE), 86m Federico Bossasies (DE).
Incidencias: 34m Abel Soriano (A) desvió un tiro penal.
La Figura: Emiliano Ferragut (A).
Comentario:
Cuando las piezas de una maquinaria funcionan a un mismo ritmo, se pueden ver resultados formidables, eso es lo que pasa en este aceitado conjunto de Javier Alonso, que con la paciencia de un artesano pudo organizar un equipo que funciona a la perfección. Hoy su rival fue la antitesis, con un equipo con la moral por el suelo, con varios cambios y con más dudas que un meteorólogo a la hora de predecir el tiempo.
A pura coordinación y con serenidad comenzó el bohemio a mover los hilos del cotejo, con una línea media que se adueñaba del terreno de juego, con un Ferragut y Pogonza como ejes del ataque y defensa de su equipo. Por su parte Padra en el local, intentaba paliar la falta de juego de Español, con más vergüenza que fútbol, pero estos argumentos eran endebles, sin peso propio. Por eso no extrañó que a los diez una corajeada de Ferragut y gracias a que Sartori fue retrocediendo hasta el arco de Messina, el volante encontró el espacio para patear entrando al área y el debutante Messina no pudo hacer nada para evitar el zapatazo de Ferragut y vio como el primer gol de la tarde llegaba. Eso propició la facilidad para dominar el encuentro de los dirigidos por Javier Alonso, porque Español no sabía como atacar, era demasiado Atlanta para su rival, brillante por todo el mediocampo, prolijo y todo hacía preveer que llegarían más goles. Llegando a los treinta y tres Mancinelli envió un centro desde la derecha y Sartori empujó a Andrés Soriano, propiciando un penal para la visita. Del fallo se ocupó Abel Soriano, pero su disparo salió por encima del palo izquierdo de Messina. Esto no amilano al bohemio que tocaba el balón de izquierda a derecha, mientras que Español parecía una orquesta sin director ni ejecutantes, deambulando por la cancha, hasta Morquio apareció en posiciones ofensivas sin ninguna concordancia. La película del primer tiempo fue un tanto abulia, porque Atlanta hizo lo que quiso, mientras que la visita fue todo desorden. El segundo acto fue más de lo mismo, pero Español salió a buscar un poco mas arriba, eso fue un grave error puesto que los contragolpes del puntero podían cerrar el encuentro. Por eso a nueve del final, un grave error de Sartori propició que Mancinelli se llevara el balón por la izquierda enviando el centro para que Galeano disparara y el arquero Messina diera un rebote largo que tomara Abel Soriano cediéndole la pelota a su hermano Andrés, que con un remate fuerte establecía el dos a cero que marcaba la justicia en el Bajo Flores. Fue final con un gran trabajo de Atlanta que se encamina a un campeonato seguro, porque a su favor tiene un equipo que funciona tanto en lo individual como en lo colectivo, mientras que Español se hunde en la agonía de su impotencia.
Mariano de Luzuriaga
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