
PARTIDO PENDIENTE DE LA B NACIONAL:
El equipo petrolero hizo tres goles, pero no pudo ganar. Independiente Rivadavia se lo dio vuelta dos veces y replegado en el segundo tiempo, terminó sufriendo el punto. El 3-3 no le sirvió a ninguno de los dos. Vivaldo se fue antes y sin hablar.
Soto Torres, sólo contra el mundo. Hizo dos goles y asistió un tercero.
El comienzo fue pura explosión. Pasó de todo como en una catarata. La CAI encontró rápido el gol, cuando recién se proponía a empezar a buscarlo. Matías Soto Torres colgó un derechazo con rosca y traicionero que se coló en el ángulo de Josué Ayala. Y cuando el gol parecía ser un cable a tierra para el “naranja”, aire fresco en una tarde de alta temperatura Independiente Rivadavia empezó a demostrar que los de enfrente también cuentan.
Tras un corner, Diego Menghi se encontró libre y sin marca a la altura del punto penal para fusilar a Burtovoy y empatarlo en tiempo récord. El defensor leyó rápido las falencias del fondo local, las lagunas que se producían y fue por más. Dos minutos pasaron apenas para que Menghi de nuevo, convertiera de cabeza el segundo y a partir de otro tiro de esquina.
A mil revoluciones, nadie pensó demasiado y los dos cambiaron ataques, quedando mano a mano por momentos con facilidad. La CAI no hizo pie en el medio, sufrió raros desajustes defensivos y con la dupla Romero-Bubas casi no inquietó arriba.
La mejor maniobra colectiva de los de Vivaldo terminó en el rápido 2-2. Romero ganó en velocidad por derecha, Bubas se desentendió, arrastrando marcas y Soto Torres definió con clase, entrando en velocidad.Para variar, la alegría duró poco. Pasó un minuto y Abel Peralta acertó un pleno pateando de afuera, Burtovoy vaciló y la pelota viajó sin peaje al fondo de la red.
Cinco goles en poco más de 20 minutos le dieron al partido, un contenido sabroso. No importó la falta de juego, ni los desbalances de uno u otro; sino la dinámica para cruzar de campo a campo y los goles, nada menos que la sal del fútbol.
La CAI marcó presencia por la derecha, donde Loncón mostró uno de los puntos altos. Pero del mismo modo que se podían ganar metros con esfuerzo, todo se diluía en cercanías del área. La Lepra aceptó el juego del error, tuvo más precisión a través de Ferradas e inquietó cuando sus lungos fueron de cacería en las pelotas paradas. En la parte final se siguió sufriendo por todas las que no salieron; los nervios traicionaron a los más jóvenes y desde el banco, Vivaldo utilizó todo lo que tuvo a mano: Rubilar para pelear en el área; la pegada de Malcorra y Seguel para que adelantar a todo el equipo. Soto Torres con otro lujo individual, desparramó a Mainguyague y asistió a Bubas, que en el primer palo logró un 3-3 que parecía imposible. A partir de ahí, todo fue corazón. Ataque ciego, inexplicable y dientes apretados mirando el reloj. Ayala se quedó con un tiro libre de Malcorra y hasta el final, el resultado pendió de un hilo.
DIARIO JORNADA
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