Cachetazo a la ilusión. Ilusión a corto plazo porque el camino por recorrer aún es largo, pero cachetazo al fin. De nada sirvió la pequeñez que significó el crecimiento futbolístico de mitad de cancha hacia adelante si en la defensa se hizo prácticamente todo mal. Por eso el tremendo porrazo que se pegó el equipo de Héctor Rivoira en tierras tucumanas, donde dejó escapar una chance más que propicia de meterse bien en el lote de arriba. Fue un 4 a 2 frenético, que tuvo un poco de todo, pero que dejó mucha tela para cortar y mucho trabajo para el Chulo.
En teoría, una de las principales virtudes que tiene este equipo canalla son los nombres propios que dispone. Pero esas virtudes deben cristalizarse en situaciones puntuales, como saber manejar los tiempos de un partido cuando se está con un gol a favor ante un rival supuestamente inferior, y más pegando de entrada. Otra vez como lo hizo ante Instituto. Aquella vez, aunque alambrando, le alcanzó para sumar de a tres, pero en esta ocasión no.
Apenas habían transcurrido unos pocos minutos (6’), cuando Diego Chitzoff desbordó por la izquierda y luego de un despeje de Becerra, el Pulpo González metió un zapatazo terrible. Inatajable para el arquero Ischuk. Era otro partido. Y un nuevo desafío para el conjunto del Chulo Rivoira, que tenía otra vez la oportunidad de tirar su chapa sobre la cancha.
El tema es lo que vino después. Lejos de manejar la pelota con criterio, Atlético, que salió casi por inercia en busca del empate, comenzó a tener sus chances, sobre todo cuando el mal retroceso se hacía carne. Porque Valentini y Braghieri quedaban demasiado expuestos a la impronta y la potencia de Cristian Chávez.
Por eso se tuvo que exigir Broun al máximo (23’) cuando el propio Chávez quedó cara a cara luego de que Braghieri y Chitzoff se chocaran entre sí. Y la polémica de la noche, con el gol de Alvarez trajo acompañado lo que todos temían.
Fue positiva la reacción que mostró Central después de ese gol (Zarif se lo perdió solo a los 40’), pero muy malo lo que vino inmediatamente después del retorno del vestuario. Porque a los 50 segundos Alvarez ya lo había tenido de cabeza.
¿Y a partir de allí? El vértigo. De un lado y del otro. Más del lado local, que en un minuto le propinó dos golpes al canalla. Primero fue Becerra (63’) y segundos más tarde Chávez. Después del saque del medio Central encontró el error de Ischuk y volvió a ponerse a tiro, pero a esa altura el partido ya era una ruleta rusa para el equipo del Chulo Rivoira. Porque fue a buscar con más ímpetu que fútbol (tuvo un par de oportunidades claras), pero cada contra del Decano parecía letal.
Por eso, con todo el equipo lanzado en ofensiva, Maidana metió un zapatazo de más de 30 metros para sellar la derrota canalla, que más que una derrota fue un flor de cachetazo, que duele mucho.
LA CAPITAL
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