La igualdad de Central en su presentación en la B Nacional sirvió para reafirmar que su tránsito por esta divisional no será un trámite sencillo. En el primer paso ante San Martín de San Juan aparecieron dificultades lógicas porque al equipo de Reinaldo Carlos Merlo todavía le falta rodaje para transformarse en el gran candidato que puede llegar a ser. El 1-1 en el Gigante repartió errores y virtudes, y ubicó a los canallas en una nueva realidad que anoche comenzaron a palpar con crudeza. Si bien el debut es un parámetro que suele ser poco riguroso, quedó claro que al sueño de regresar rápido a primera habrá que alimentarlo con más astucia y esfuerzo.
Los auriazules nunca pudieron imponer su condición de local. Tampoco sus nombres propios. A pesar de que contaron con varias chances, durante largos pasajes se dejaron atrapar por el peligroso embudo que le planteaba su rival. Los verdinegros, con poco, sólo con el órden de Alderete y la movilidad de Scatolaro en la mitad de la cancha, equilibraron la balanza y se animaron a dar pelea de igual a igual.
La apuesta de Merlo lució atada. Shaffer y Guizasola no podían escalar por sus bandas como se esperaba debido a que el técnico visitante, el ex leproso Darío Franco, colocó permanentemente dos de los tres delanteros bien abiertos sobre las espaldas de los laterales-volantes. Eso le restaba sorpresa a los avances centralistas que terminaban cayendo en los enredos de Rivero y Gómez, que ayer no tuvieron una buena noche.
La capacidad de lastimar a San Martín se centró en los valiosos aportes de Figueroa y Toledo, una dupla que invita a imaginar muchos buenos encuentros en un futuro inmediato. Más allá de que el ex Chacarita sólo tuvo un par de prácticas con sus compañeros, exhibió que es un atacante importante para la divisional, que sabe usar el cuerpo y que tiene criterio para entrar en juego y para relacionarse con los hombres de arriba. Y Lucho estuvo presente en la mayoría de las acciones de gol y sació su devoradora sed de revancha con el gol del empate que puso las cosas en su lugar y evitó que la gente que colmó el Gigante se inquiete más de la cuenta.
Central no estaba claro en los metros finales y por eso el primer tiempo se fue con el marcador vacío. Tuvo un cabezazo alto de Toledo, otro del uruguayo Rodríguez a las manos de Pocrnjic y un remate de Gómez que Figueroa corrigió desde el piso como las jugadas más peligrosas. Le faltó más atrevimiento.
En el complemento las emociones salieron a escena. El local a veces se prestaba al golpe por golpe y no era negocio. A los 56’, los sanjuaninos sacudieron la estantería con algo de suerte y un tiro libre de Barreiro que Figueroa metió en contra mientras intentaba rechazar. Las tribunas se llenaron de dudas pero la respuesta llegó rápido. Tres minutos después, fue Lucho el que pudo vengarse de su mal trago aprovechando un centro de la derecha de Shaffer que mandó a la red y transformó en igualdad.
En el tramo final, podía pasar cualquier cosa. Pudo ser triunfo y también derrota. Figueroa se perdió un mano a mano y Toledo se abrió demasiado con el arco solo. Pero también Broun desactivó dos pelotas peligrosas en su área sobre el cierre. Así, con esa sensación de ambigüedad, Central se fue con un empate que lo obliga a mejorar para empezar a marcar diferencias.
LA CAPITAL
ROSARIO
Los auriazules nunca pudieron imponer su condición de local. Tampoco sus nombres propios. A pesar de que contaron con varias chances, durante largos pasajes se dejaron atrapar por el peligroso embudo que le planteaba su rival. Los verdinegros, con poco, sólo con el órden de Alderete y la movilidad de Scatolaro en la mitad de la cancha, equilibraron la balanza y se animaron a dar pelea de igual a igual.
La apuesta de Merlo lució atada. Shaffer y Guizasola no podían escalar por sus bandas como se esperaba debido a que el técnico visitante, el ex leproso Darío Franco, colocó permanentemente dos de los tres delanteros bien abiertos sobre las espaldas de los laterales-volantes. Eso le restaba sorpresa a los avances centralistas que terminaban cayendo en los enredos de Rivero y Gómez, que ayer no tuvieron una buena noche.
La capacidad de lastimar a San Martín se centró en los valiosos aportes de Figueroa y Toledo, una dupla que invita a imaginar muchos buenos encuentros en un futuro inmediato. Más allá de que el ex Chacarita sólo tuvo un par de prácticas con sus compañeros, exhibió que es un atacante importante para la divisional, que sabe usar el cuerpo y que tiene criterio para entrar en juego y para relacionarse con los hombres de arriba. Y Lucho estuvo presente en la mayoría de las acciones de gol y sació su devoradora sed de revancha con el gol del empate que puso las cosas en su lugar y evitó que la gente que colmó el Gigante se inquiete más de la cuenta.
Central no estaba claro en los metros finales y por eso el primer tiempo se fue con el marcador vacío. Tuvo un cabezazo alto de Toledo, otro del uruguayo Rodríguez a las manos de Pocrnjic y un remate de Gómez que Figueroa corrigió desde el piso como las jugadas más peligrosas. Le faltó más atrevimiento.
En el complemento las emociones salieron a escena. El local a veces se prestaba al golpe por golpe y no era negocio. A los 56’, los sanjuaninos sacudieron la estantería con algo de suerte y un tiro libre de Barreiro que Figueroa metió en contra mientras intentaba rechazar. Las tribunas se llenaron de dudas pero la respuesta llegó rápido. Tres minutos después, fue Lucho el que pudo vengarse de su mal trago aprovechando un centro de la derecha de Shaffer que mandó a la red y transformó en igualdad.
En el tramo final, podía pasar cualquier cosa. Pudo ser triunfo y también derrota. Figueroa se perdió un mano a mano y Toledo se abrió demasiado con el arco solo. Pero también Broun desactivó dos pelotas peligrosas en su área sobre el cierre. Así, con esa sensación de ambigüedad, Central se fue con un empate que lo obliga a mejorar para empezar a marcar diferencias.
LA CAPITAL
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