Gimnasia festeja el ascenso a la Primera después de varias temporadas en la B.
En 1984, Gimnasia ascendía a Primera División y Central bajaba de categoría. Algo parecido a lo que se dio ahora. Estos dos, ya anduvieron por estos pagos.
De los tiempos ancestrales. De aquellos de galera y bastón. Allá por los ochenta, cuando recién comenzaba a aparecer una palabrita que sería objeto de grandes debates futboleros en los bares: promedio. Ese mismo que se implantó en 1983. De esa década es que Rosario Central y Gimnasia y Esgrima La Plata, dos clubes añejos del fútbol argentino, se conocen en estas instancias decisivas.
El televisor retrocede 26 años en el tiempo. Era todo color para los ojos de los aficionados que se juntaban a ver los partidos. En Argentina se había dejado atrás ese apagado blanco y negro hace rato. El Canalla se había consagrado campeón en el Nacional del 80 y, tiempo después, había enfrentado dos temporadas difíciles (83/84), algo que lo condenó a descender a la segunda categoría.
Paralelamente, a varios kilómetros, La Plata se vestía de blanco y azul para volver a recibir al Lobo en Primera. Gimnasia había descendido en 1979 y, luego de varias temporadas en la B, volvía a toparse con los grandes en 1984. En la final del Octogonal por el ascenso, le ganó a Racing (3-1 en Avellaneda y 4-2 en el Bosque). Toda una proeza haber dejado afuera a la Academia.
La historia, si bien difiere en algunos personajes y en que esta vez ambos estaban en Primera, y uno bajó y el otro permaneció, tiene a los dos como protagonistas. Esos que hace bastante se conocen. Uno que hace 25 años que está arriba y otro hace 25 años que había bajado por última vez. Ahora, el desenlace de la novela los hizo recorrer un camino distinto. Central, tomó el rumbo hacia otros pagos.
OLÉ
En 1984, Gimnasia ascendía a Primera División y Central bajaba de categoría. Algo parecido a lo que se dio ahora. Estos dos, ya anduvieron por estos pagos.
De los tiempos ancestrales. De aquellos de galera y bastón. Allá por los ochenta, cuando recién comenzaba a aparecer una palabrita que sería objeto de grandes debates futboleros en los bares: promedio. Ese mismo que se implantó en 1983. De esa década es que Rosario Central y Gimnasia y Esgrima La Plata, dos clubes añejos del fútbol argentino, se conocen en estas instancias decisivas.
El televisor retrocede 26 años en el tiempo. Era todo color para los ojos de los aficionados que se juntaban a ver los partidos. En Argentina se había dejado atrás ese apagado blanco y negro hace rato. El Canalla se había consagrado campeón en el Nacional del 80 y, tiempo después, había enfrentado dos temporadas difíciles (83/84), algo que lo condenó a descender a la segunda categoría.
Paralelamente, a varios kilómetros, La Plata se vestía de blanco y azul para volver a recibir al Lobo en Primera. Gimnasia había descendido en 1979 y, luego de varias temporadas en la B, volvía a toparse con los grandes en 1984. En la final del Octogonal por el ascenso, le ganó a Racing (3-1 en Avellaneda y 4-2 en el Bosque). Toda una proeza haber dejado afuera a la Academia.
La historia, si bien difiere en algunos personajes y en que esta vez ambos estaban en Primera, y uno bajó y el otro permaneció, tiene a los dos como protagonistas. Esos que hace bastante se conocen. Uno que hace 25 años que está arriba y otro hace 25 años que había bajado por última vez. Ahora, el desenlace de la novela los hizo recorrer un camino distinto. Central, tomó el rumbo hacia otros pagos.
OLÉ
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